Tampoco estaría mal echarle un vistazo a la mitología vasca, con la que parece tener algunas analogías, como el culto naturista y a una divinidad femenina.
Entre lo que se conserva, se puede llegar a hablar sobre ritos iniciativos guerreros.
Las fuentes clásicas no las nombran pero se pueden adivinar sobre la base del material arqueológico, sobre todo el cerámico, donde se representan infinidad de actos de todo tipo, sobre todo de carácter guerrero.
El mundo ibérico daba especial importancia al guerrero, cazador, jinete, y a las damas. Muestra, por tanto, un sentido caballeresco de la vida, como ya explicó Caro Baroja en su obra “Los Pueblos de España”.
Como paralelismos indirectos tenemos los testimonios de Estrabón sobre los honderos baleáricos, que cuenta que los niños no reciben pan si no hacen blanco con la honda. No parece lógico que Estrabón se refiriera a niños propiamente dichos, sino a jóvenes al inicio de su adolescencia, que debieron seguramente pasar un proceso de aprendizaje en el uso de la honda antes de realizar lo que parece un rito de iniciación a la fase adulta, de cazador –guerrero.
Un ejemplo equiparable podría ser el rito de iniciación de los guerreros nórdicos; el berserk es un iniciado al mundo de los guerreros, un joven que viste una vestimenta de piel de oso; con esa camisa tiene que abandonar la aldea para irse al bosque y sobrevivir.
Como ejemplos de ritos quizás veamos en las representaciones de las vasijas ibéricas danzas de carácter ritual, simulaciones de combates más que de combates en sí, quizá conmemorando una batalla pasada. Danzas circulares, donde hombres y mujeres participan, lucha entre dos guerreros, etc.
El caballo era un símbolo de prestigio social y era muy estimado por los iberos, como muestra la abundante representación en cerámica y escultura. En la guerra el combatiente ibero se bajaba del caballo para luchar a pie, y sólo parece que funcionó como caballería propiamente dicha como mercenarios de púnicos y romanos, con los que formaron verdaderos contingentes.
El lobo era un animal muy venerado por los iberos y tenía carácter infernal, guerrero, de muerte y ultratumba, de hecho representaba la puerta al inframundo, al mundo subterraneo o al mundo de los muertos.
También hay que mencionar las damas, siempre relacionadas con el ambiente funerario, quizá interpretable como guardianas o señoras del mundo de ultratumba.