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EL OLIMPO DE LOS DIOSES.
Los dioses tienen cuerpos humanos, pero más grandes y fuertes, más hermosos y no les alcanza la vejez ni la muerte. Se alimentan de ambrosía, y pueden metamorfosearse, cambiando de apariencia, a su voluntad. Como los hombres, piensan y tienen ideas, aman, odian; tienen envidia, celos y padecen dolores. No se caracterizan por ser imparciales ni justos; sino que hacen objeto de su cólera a los mortales que los ofenden.
Es la hija preferida de Zeus. No nació de una mujer, sino que fue creada como una luz brillante, que emergió de la frente de su padre. A la vez diosa de la guerra y de la paz, acude según los casos a emplear la violencia o la inteligencia creadora. En la Ilíada, su valentía calmosa y reflexiva la distingue de su hermano Ares, dios del furor ciego. En las guerras médicas, es ella que guía a la flota griega menos poderosa que la persa, y le confiere el triunfo gracias a la habilidad. Se le dan otros nombres: Promakos, la que combate con razón; Nikiforos, la que conduce a la victoria; Polias, cuyo brazo poderoso vela sobre las ciudades. Atenea tiene otras virtudes. Ha inventado el horno del alfarero y la escuadra del carpintero. Enseñó a los hombres a someter los bueyes al yugo, y atarlos al carromato; a plantar y cultivar los olivos, y a navegar las aguas en buques. La mujer aprendió de ella el arte de hilar y de bordar; y es ella, como Agoraia, la que inspira la elocuencia de los oradores y el buen sentido de los ciudadanos en las asambleas. Es la virgen Parthenos, cuyo corazón es insensible a los deseos del amor; para abrigar cuya estatua los atenienses construyeron sobre el Acrópolis el templo del Parthenon y en cuyo honor se hacían los desfiles en las fiestas Panateneas representados en los frisos de los caballeros tallados por Fidias en su templo. Atenea representa como ninguna otra los recursos de la inteligencia helénica; su permanente curiosidad, sus constantes investigaciones, su empleo de la razón y la claridad de las explicaciones, que han sido origen de casi todas las ideas, reflexiones y expresiones más maravillosas del pensamiento humano.
Ta Todos los frutos de la tierra reciben la acción de Apolo, que les hace germinar y también los destruye; es a la vez responsable de la peste de diezma los animales y los hombres, como de su recuperación. De él, su hijo Esculapio recibe el don de curar todos los males, la medicina del cuerpo y del alma. Es inspirador del arrepentimiento que reconcilia a los culpables con los hombres y los dioses. Es también Apolo el dios de la música. Sosteniendo en sus brazos una cítara, preside el coro de las Musas, cuya inspiración reciben tanto los músicos como los poetas; y además en los diversos oráculos de Grecia, sobre todo en el de Delfos, transmite las profecías a las Sibilas.
La Al mito de Artemisa se une el mito de Hecate, otra personificación de la Luna, velada de vapores cuya cara rojiza a veces logra penetrar entre las nubes para asustar a los hombres. Ella es reina de los caminos, de las calles de las ciudades, de los patios y de los cementerios. Es la diosa de los espectros, de las invocaciones infernales, el nombre que pronuncian los magos en sus conjuras y encantamientos.
Hijo de Zeus y de la ninfa Maia, es la personificación del viento; y dios de los ladrones. Escapó subrepticiamente de su cuna, y sustrajo las 50 terneras más hermosas, en las montañas del Pireo, para formar el rebaño de los dioses; provocando con ello una gran cólera de Apolo que era su guardián. Pero Hermes inventó un nuevo instrumento musical, construído con una caparazón de tortuga y cuerdas hechas con nervios de corderos, la Lira, con cuyos sonidos armoniosos logró calmar la ira de Apolo apenas los escuchó. Los hermanos se reconciliaron así: Apolo se dedicó a tocar la lira, y Hermes a cuidar las terneras celestiales. A la vez dios de los ladrones y de los pastores, Hermes se convirtió en el mensajero de Zeus y teniendo en su mano una vara mágica, calzado con sandalias aladas, atraviesa el espacio en instantes. Siempre en movimiento, se convirtió por lo tanto en el dios de los viajeros. De ser dios de los ladrones y de los viajeros, se convirtió también en el dios de los negocios, atribuyéndosele ser el inventor de las medidas, de los pesos, de las balanzas. El don de persuadir y convencer propio del buen negociante, lo condujo a ser el dios de la elocuencia; y por sus atributos de vigor y agilidad, se convirtió en el ideal de los efebos, los jóvenes griegos dedicados a la gimnasia. La estatua de Hermes realizada por Praxíteles, descubierta en el estadio de Olimpia, representa ese ideal donde se combinan armoniosamente la gracia y el vigor.
M Siendo la brutalidad irracional muy poco afín al espíritu griego, inclinado a la mesura y la inteligencia, Ares tuvo un lugar secundario en el culto griego. Los propios inmortales - exceptuada la caprichosa Afrodita - no le tenían ninguna simpatía. En cambio, para los combativos romanos, Marte pasó a ocupar un lugar predominante.
La Venus romana, diosa del amor, había nacido del oleaje de las aguas, en los ríos de Fenicia, y fue transportada a las costas de Chipre sobre una caparazón marina.. Fue adorada en Siria como Astarté y en Caldea como Milita. Para los griegos, habitaba en la isla de Citera. Su enorme poder abarcaba toda la naturaleza, a la cual aportaba la fecundidad y la vida. En el Olimpo, todos los dioses quedaban deslumbrados por su belleza, que no podían resistir ni las diosas más castas como Artemisa y Atenea. Fue ella que arrojó a Helena de Troya en los brazos de Paris, y la responsable de las pasiones desenfrenadas de Fedra o de Medea. En sus templos ofician cortesanas sagradas, las Hetairas. Su hermano Eros, el Cupido de los latinos, es un niño juguetón y maligno, cruel y despiadado, que tiraniza a dioses y humanos complaciéndose en jugar con sus víctimas. Fue representado como un niño alado, sumamente hermoso, armado de arco y flechas que inevitablemente atraviesan los corazones. Eros desposó a Psiké (el alma) , joven niña con alas de mariposa, de belleza tierna y delicada que tanto gime y llora encadenada y castigada por Eros, como se acerca a él para abandonarse a las caricias de su divino amante. Al mito de Afrodita se vinculan las leyendas de Pigmalion y Galatea, de Narciso y muchas otras. Pigmalion, escultor de Chipre, tenía un ideal de mujer que nunca encontró, por lo que se quedó soltero; pero talló en marfil una escultura tan perfecta, que de ella se enamoró. Entonces, Afrodita dio vida a la estatua, que fue Galatea con quien Pigmalion se unió en matrimonio. no conocía otro amor que el que tenía por su propia belleza, por lo cual desdeñó el amor que le ofrecía la ninfa Eco, que se refugió en el interior de una caverna donde se consumió de dolor, secándose su cuerpo y evaporándose su sangre, de manera que sólo se conservó su voz escondida entre las piedras y las montañas, desde donde responde a quienes la llaman. Afrodita, para vengar a la ninfa desdeñada, hizo que cuando Narciso se contemplaba reflejado en las aguas, se sintiera presa de un tal enamoramiento de sí mismo que terminó cayendo en ellas, donde murió ahogado. En ese lugar, ha brotado una flor que lleva su nombre, de rara belleza y existencia tan efímera como la del joven adolescente enamorado de sí mismo. Narciso
A quien los romanos llamaron Plutón, hijo de Cronos igual que Zeus, su hermano, dejó a sus hermanos los imperios del cielo y las aguas, y optó por reinar en el seno de la tierra, sombrío reinado de la Muerte. Al contrario de los otros dioses, jamás aparece en el mundo de los hombres; permaneciendo encerrado en su palacio infernal, manda ejecutar sus órdenes por medio de las Keres, hijas de la noche, vírgenes aladas que al igual que las Walkirias de la mitología escandinava, se abaten como vampiros sobre los campos de batalla. Las almas de los muertos son transportadas por Tanatos (el genio de la muerte) o por Hipnos (el genio del sueño), o por el propio Hermes, descendiendo a los Infiernos por las gargantas del río Estigio, un río de aguas negras que desaparece (como ocurre con varios ríos griegos) en las entrañas del suelo. El Estigio desemboca en el Acheron, río infernal que rodea el palacio de Hades. Las almas lo cruzan sobre la barca de Caronte, que percibe un peaje, y penetran en el palacio de Hades por una puerta en que vigila un perro de tres cabezas, bestia pérfida llamada el Cerbero que nunca más les permitirá salir, devorando a los que lo intenten. En su palacio, Hades preside un tribunal compuesto además por Minos, Radamante y Aqueo, que juzga a los grandes culpables enviándolos a Tartaria, donde padecerán crueles castigos. Allí, las Danaidas, hijas de Danaos rey de Argos, que por orden de su padre devoraron a sus maridos porque un oráculo había prevenido al rey que sería muerto por uno de sus yernos, están condenadas a verter eternamente en un tonel sin fondo, un agua que deben recoger en una fuente inagotable. Las almas de los justos, son enviadas a los Campos Elíseos, lugares de delicias iluminados por un sol especial, que embellecen bosques de mirtos y rosales, por los cuales atraviesa el río Leteo cuyas aguas hacen olvidar a quienes las beben, todos los males de la vida.
Padre omnipotente de los dioses y los hombres, sus poderes solamente están limitados por la Moira (el destino). Extrae el bien y el mal de dos recipientes situados frente a su trono. Es a la vez el dios del trueno y de la luz, de las nubes y las lluvias. También es el dios de la justicia, de la bondad, del juramento, de la hospitalidad, de la amistad y de la patria griega. A medida que el pensamiento griego evolucionó hacia formas más elevadas, Zeus fue aumentando de importancia y convirtiéndose en el dios de todos los atributos, en forma similar al Jehová de los judíos o el Dios de los cristianos, como esencia suprema y símbolo único de la divinidad. Pero no obstante, Zeus es propicio a las debilidades humanas, y se mezcla en aventuras; especialmente de infidelidad hacia su esposa la virtuosa Hera. Zeus desposa sucesivamente a Melissa, diosa de la ciencia, Mnemosina (la memoria), Temis, la ley que da nacimiento a Diké, la justicia; Irene, la paz. De su unión con Leto (la noche) nacieron a la vez Apolo y Artemisa, los rayos del sol y los de la luna. Algunos mitos sobre Zeus han sido evidentes intentos de justificar orígenes nobiliarios o ascendencias divinas. En Esparta se sostenía que Zeus, metamorfoseado en un cisne, se había unido a Leda, hija de Testios rey de los Etolios; y que Leda dio a luz los mellizos Castor y Pollux, y a Helena, la más bella, heroína de la guerra de Troya. En Argos, Io, hija de Inakos, se entregó al amor de Zeus; por lo cual Hera, furiosa, metamorfoseó a Io transformándola en una ternera permanentemente perseguida por un tábano que la obligó a huir por sobre el Bósforo hacia Egipto, donde recuperó su figura y se convirtió en esposa del rey. En las costas fenicias, la joven Europa, hija de Fénix, es raptada por Zeus transformado en un toro que la transporta a Creta, donde tienen a Sarpedon, muerto en el sitio de Troya, Radamante y Minos, que junto con Aqueo se convierten en jueces supremos de los infiernos. En Beocia, Zeus conoce a Semele, hija de Cadmos, de quien nace Dionisos, el Baco de los romanos. De los amores de Zeus con Alcmene, hija de Anfitrion, a quien Zeus se presenta bajo la forma de su esposo, dan nacimiento a Heracles, el Hércules latino. |
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